Salpicando sus calles se encuentran diferentes esculturas, pinturas, murales, fuentes y poesías rescatados de su historia e idiosincrasia.

 

Monumento a Zaida

    Hace casi mil años, entraron los almorávides en la Península con su ejército. Era un pueblo nómada, guerrero y anárquico que, al grito de “¡guerra santa!”, se propusieron conquistar el Alcázar de Córdoba. En éste vivían el príncipe Fath Alma´mum y la princesa Zaida.
    Comienza la guerra, y ante los malos resultados de la misma para el príncipe Fath Alma´mum, decide mandar a su mujer Zaida y a toda su familia a buscar refugio en el Castillo de Almodóvar.
    El 28 de marzo de 1091 el Alcázar fue asaltado y el príncipe murió en la calle luchando contra sus enemigos. De madrugada, un mendigo que pasaba por allí cubrió con sus vestiduras el cadáver del príncipe. En el momento de la muerte de su esposo, Zaida se despertó sobresaltada y vestida con sus tules blancos subió a la torre del homenaje. Ella presentía que había sucedido algo y, mirando hacia a Córdoba, observó que venía un caballo blanco.
    Al día siguiente los almorávides conquistan el Castillo encerrándola en una de las mazmorras, donde muere de pena y dolor. Pero, para el pueblo, su espíritu está presente y espera año tras año la aparición de su esposo amado, lo que se ha denominado la Leyenda de la Encantá, que afirma que cada 28 de marzo aparece una dama vestida de blanco paseándose por las murallas del castillo gimiendo. Llegando extraños y misteriosos ruidos que aterrorizan a los vecinos del pueblo, los cuales no se atreven a salir por sus callejuelas empinadas y oscuras…
    En conmemoración a este personaje, se ha creado un evento cultural denominado Zoco de la Encantá, donde se recrea la época árabe y medieval con un mercadillo artesanal y con una representación teatral que recuerda la historia de la princesa Zaida. 

     

    Las farolas de San Juan

    Fiesta recuperada de tradición antigua que tiene lugar en la Carretera de la Estación. En esta noche mágica los niños salen en un desfile con sandías horadadas y decoradas, donde son premiadas según diferentes criterios. Además, los mayores pueden comprar peras de San Juan en puestos tradicionales que instalas distintos colectivos y disfrutar de degustaciones gratuitas. 
    Esta fiesta recupera una costumbre tradicional y trata de ser fiel a como se realizaba entonces. El monumento se sitúa en la zona donde se encontraban antiguamente las huertas de la localidad y durante esa noche ponían sus puestecillos de venta de fruta, especialmente de peras de San Juan.

     

     

    Honor a la gastronomía de Almodóvar del Río

      La situación estratégica de Almodóvar del Río en el Valle del Guadalquivir -entre la sierra y la campiña- junto con la impronta de las diferentes culturas que han pasado por nuestra tierra conforma la gastronomía típica del lugar. La Vega del Guadalquivir nos ofrece sus ricos cultivos y la sierra excelentes carnes de caza y variado ganado vacuno, ovino y porcino.
      Los romanos introdujeron la producción masiva del aceite de oliva, que junto con la vid y el trigo forman la tríada mediterránea, a lo que hay que añadir el consumo del ajo para sentar las bases de platos y salsas tradicionales. A la época andalusí debemos la introducción de cultivos de origen oriental (berenjena, pepino, espinaca, frutales…) y también el uso de especias y la elaboración de recetas de repostería que aún siguen vivas. 
      Posteriormente nos enriquecimos con los productos de origen americano (tomate, patata, pimiento…), cuyos cultivos no se extendieron hasta los siglos XVII-XVIII pese a su importancia en la gastronomía actual. Éstas son las bases de nuestra variada y apreciada gastronomía, que sigue viva en las cocinas y fogones de los hogares, así como en los diferentes establecimientos hosteleros.
       

      Monumento al aceite Carbulense

        En el territorio de Cárbula se han localizado numerosos alfares productores de ánforas destinadas a la exportación de aceite de oliva, cuyo auge se produjo entre los s. I y III d.C. El aceite se transportaba río abajo hasta Sevilla y de allí a diferentes lugares del Imperio. Gracias a su sello identificador se han encontrado restos de ánforas procedentes de Cárbula en Roma, Francia, Alemania, Gran Bretaña e, incluso, Egipto.